EFE.- Ni siquiera la remontada del pasado martes al Aston Villa liberó al Manchester United, un equipo sin alma ni autoestima, tan miedoso como contemplativo en su visita al Nottingham Forest, del que salió derrotado 2-1 por su rival y por sí mismo, de nuevo por su fragilidad defensiva, pero, sobre todo, por su falta de ambición.
El Manchester United no expresa todas sus condiciones. Se refugia, aguarda, temeroso, qué puede hacer su rival, que lo doblegó sin hacer tampoco nada del otro mundo, pero sí suficiente, sí con merecimiento, para crear más adeptos al nuevo proyecto de Nuno Espírito Santo, cuyos resultados son irrebatibles: dos triunfos en tres jornadas, ante Newcastle y United.
En Nottingham, contra un equipo que tan solo ganó en dos de sus últimas 15 jornadas antes de este compromiso, el United se presentó con ese aspecto. Decepcionante. Una figura acomplejada que no le dio para crear ni una ocasión en todo el primer tiempo. Ni ir más allá de una apariencia inofensiva hasta el minuto 55. El poste negó entonces el 0-1.
El derechazo de Dalot desde el borde del área golpeó violentamente contra el palo, entre el alivio de Turner, el lamento de Ten Hag y la ilusión que suponía para el Manchester United, que está para mucho más -en imagen, juego y voracidad- de la demostración de excesiva prudencia que propuso desde el principio hasta casi la hora de duelo en The City Ground.
Por los precedentes en goles en contra, por los resultados que ha sufrido en este curso, tiene motivos para sentirse vulnerable el United, que le entregó la iniciativa el Forest para sostener el 0-0 y no decidirse a ir más allá hasta mucho después. Necesita mucho más de Bruno, Antony (cambiado al inicio del segundo tiempo), Rashford, Garnacho, Eriksen… Pero también de su entrenador, Erik Ten Hag, ya bajo una duda permanente en el banquillo.
MIEDOS
Los miedos del United se le vinieron encima sobrepasada la hora de partido, cuando Elanga conectó con Gonzalo Montiel, solísimo dentro del área, lo mismo que Nicolás Domínguez, que remachó el centro raso de su compatriota desde el medio del área. Nadie atendió a su llegada. Su remate con la derecha batió a Onana, que no se movió. El 1-0. En el minuto 63.
Otra acción defensiva atroz del United, al que ya no le quedó otra que atacar de vez en cuando. En un saque de esquina de Bruno Fernandes, el remate acrobático y picado de Garnacho se fue arriba. Una señal de vida del equipo de Ten Hag, que resurgió de un error rival, de la salida de balón del portero Matt Turner, pero también con un cambio de actitud.
El mejor ejemplo es cómo se lanzó a por todo Garnacho para recuperar ese balón, cómo se lo apropió, se levantó y sirvió a Marcus Rashford, cuyo remate, tan sencillo, raso, al otro lado, fue lo mejor que hizo en todo el encuentro. Está irreconocible. La comparación con la pasada temporada lo describe con nitidez: 3 goles este curso, 13 el pasado a estas alturas.
SIN SUERTE
No le bastó al United, que se desmoronó después. Tampoco tiene suerte. La jugada en la que se sintió más cerca del 1-2, con un tiro de Eriksen que repelió Turner, también fue la acción del 2-1 para el Nottingham Forest: la intervención del guardameta activó el contragolpe que terminó en el otro área con el remate solitario y decisivo de Gibbs-White.
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Aún rozó el 2-2, en una volea de Bruno Fernandes que rebotó en Murillo y que despejó Turner con más que apuros, ya en el minuto 93. También con un remate final de Eriksen. El único momento en el que el Manchester United demostró la ambición que debería ante el Nottingham Forest. Sin ella, es un equipo sin alma. Menor. El séptimo de la clasificación, con sólo 31 de los 60 puntos disputados, a nueve de la Liga de Campeones, a once del liderato, con un partido más.