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Vinícius: La derrota de la soberbia
Martes 29 de Octubre de 2024
BALÓN DE ORO

Vinícius: La derrota de la soberbia

El brasileño tenía el festejo preparado como si se tratara de una obligación que resultara el ganador, y al conocer que no resultó elegido, decidió ausentarse de la gala en París y no honrar a Rodri.

Rodri, con el Balón de Oro.Créditos: EFE
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Vinícius Júnior es un mal ganador, y en consecuencia, un mal perdedor. 

Los futbolistas son los héroes de nuestros días, por ende tienen una obligación que va más allá de su rendimiento en la cancha. Deben ser buenos ejemplos, referentes e inspiración.

El balompié es mucho más que un simple deporte. El infinito interés que despierta lo convierte en un modelo de conducta.

Sirva el preámbulo para denunciar que el delantero brasileño del Real Madrid no cumple en lo absoluto con el compromiso de ser un héroe normal y un hombre ejemplar.

Va de estadio en estadio con la máscara de víctima debido a los repudiables actos de racismo de los que ha sido objeto; sin embargo, a la par está convertido en un provocador profesional, en un jugador que tiene por objetivo denigrar a sus rivales con burlas o gritándoles a la cara el número de trofeos que guarda en su colección.

Los árbitros tampoco son sus amigos ni mucho menos autoridad alguna que merezca un mínimo de respeto. Sino actúan de acuerdo con sus exigencias, son unos villanos indignos de su mirada.

Aquella frase acompañada de un llanto conmovedor en la que dijo que él sólo quiere jugar al futbol, quedó enterrada varios metros bajo tierra hace bastante tiempo. ‘Vini’ desea algo más que ser un simple jugador del deporte más popular del planeta. Es admirado, pero su ego reclama idolatría.

Dispuesto a ganar a cualquier precio piensa que las reglas deben ajustarse a sus necesidades y aplicarse a conveniencia. La propia.

El desaire histórico y bochornoso del Real Madrid, uno de los clubes más grandes del mundo, al no asistir a la gala del Balón de Oro en París tras enterarse que Vinícius no ganaría el galardón de mejor jugador, retrata de cuerpo entero al brasileño.

Si no voy a ganar, no asisto a tu fiesta, y la humildad y categoría para reconocer al vencedor me la paso, sí, literal, por el Arco del Triunfo.

Por fortuna el Balón de Oro acaba de ser otorgado a un futbolista que siendo excepcional —Rodri—, demuestra que la gloria es sensata. 

Vinícius no sólo no merecía ganar porque no tenía los números para acceder a un trofeo de grandes dimensiones, tampoco reunió los votos suficientes de un jurado compuesto por periodistas expertos de 100 países distintos, pero esto no le provocó el menor  de los respetos.

En un gesto de soberbia absoluta tenía preparado el festejo antes de consagrar la conquista, al grado de que en el Clásico que su equipo perdió en casa 0-4 ante el Barcelona se animó a cantarle en la cara a Gavi que en unas horas tomaría camino para recoger el Balón de Oro.

Vaya lección de vida la que recibió. Ni Messi o Cristino se atrevieron a proclamarse vencedores antes de tiempo. Ni ellos que por 15 años dominaron el futbol y acapararon el premio referido con ocho y cinco victorias, respectivamente.

En la visión de ‘Vini’ y el gigantesco aparato operado por Florentino Pérez, el brasileño es la víctima una vez más. No ganó por alguna especie de revancha de la UEFA o porque France Football prefirió a un europeo. No importa que las votaciones sean transparentes, el discurso irá en dirección de convertir en mártir al mal perdedor.

La victoria de Rodri, acompañada de un discurso excepcional, honra al futbol. Ganó un jugador fantástico, un tipo común y corriente que es un ejemplo dentro y fuera de la cancha.

Editorial | Deportes Latinus