Adriano, exfutbolista brasileño que triunfó en Europa hace un par de décadas, donde era conocido como ‘El Emperador’, publicó un crudo relato en The Players Tribune, donde repasa sus lejanos días como futbolista y justifica su vida actual en una favela de Río de Janeiro, donde se la pasa bebiendo alcohol.
“Bebo cada dos días... Y los otros también. ¿Cómo llega una persona como yo al punto de beber casi todos los días? No me gusta dar explicaciones a los demás, pero no es fácil ser una promesa que sigue en deuda. Y a mi edad, esto es aún peor”, dice una parte del texto que se titula: ‘Una carta a mi Favela’.
“¿Sabes lo que se siente ser una promesa? Lo sé. Incluida una promesa incumplida. El mayor desperdicio del futbol: yo. Me gusta esa palabra, desperdicio. No solo por cómo suena, sino porque estoy obsesionado con desperdiciar mi vida. Estoy bien así, en un desperdicio frenético. Disfruto de este estigma”, es como inicia Adriano esta carta en la que justifica su decisión de vivir alcholizado en una favela.
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Adriano reconoce que la muerte de su padre lo marcó para terminar su vida hundido en Vila Cruzeiro, el lugar donde pasa los días bebiendo.
“Todas las lecciones que aprendí de mi padre fueron en gestos; no teníamos conversaciones profundas. Su rectitud cotidiana, y el respeto que los demás le tenían, fue lo que más me impresionó.
INFANCIA
“La muerte de mi padre cambió mi vida para siempre; hasta el día de hoy, es un problema que aún no he podido resolver. Todo empezó aquí, en la comunidad que tanto me importa”, siguió Adriano, quien reconoce que su infancia fue más difícil por los problemas que enfrentó su padre.
“Maldita sea, a mi padre le dispararon en la cabeza en una fiesta en Cruzeiro. Una bala perdida. Él no tuvo nada que ver con el desastre. La bala entró por la frente y se alojó en la nuca. Los médicos no tenían forma de sacarla. Después de eso, la vida de mi familia nunca fue la misma.
"Mi padre empezó a tener convulsiones frecuentes. ¿Alguna vez has visto a una persona sufriendo una convulsión epiléptica frente a ti? No quieres verlo, hermano. Da miedo. Yo tenía 10 años cuando dispararon a mi padre. Crecí viviendo con sus crisis. Mirinho nunca más pudo trabajar. La responsabilidad de llevar la casa recaía enteramente sobre mi madre".
Adriano cierra el extenso relato justificando su modo de vida: “Veo a mi padre en cada uno de estos callejones. ¿Qué más quiero? Ni siquiera traigo mujeres aquí. Mucho menos me meto con chicas que son de mi comunidad. Porque sólo quiero estar en paz y recordar mi esencia.
“Por eso sigo volviendo aquí. Aquí soy verdaderamente respetado. Aquí está mi historia. Aquí aprendí lo que es la comunidad. Vila Cruzeiro no es el mejor lugar del mundo. Vila Cruzeiro es mi lugar”, concluye.