Los Chiefs se preparan para volver a jugar en el Super Bowl, un año después de que el nuevo coronavirus se transformó en una pandemia que tiene a las autoridades de sanidad con los nervios de punta mientras los aficionados planean reuniones en fiestas y bares para el ver acompañados el partido de la NFL.
Los principales funcionarios de salud de Estados Unidos advirtieron esta semana sobre la posibilidad de que el Super Bowl se convierta en un evento de propagación masiva, y las autoridades exhortaron a la gente a que viera a sus amigos por Zoom y no organizara grandes reuniones.
“Estoy preocupado por el Super Bowl, para ser honesto. La gente se reúne y ve los juegos junta. Ya hemos visto brotes por las fiestas para ver el fútbol americano”, comentó Rochelle Walensky, directora de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades. “Así que realmente creo que necesitamos ver eso y ser cuidadosos”.
El Super Bowl se produce en momentos en los que Estados Unidos registra una disminución drástica de casos nuevos de coronavirus, una señal de que el repunte de infecciones registrado luego de la temporada navideña está bajando.
Hasta ahora, más de 459,000 personas han fallecido a causa de la COVID-19 en Estados Unidos, pero el promedio de siete días de casos nuevos pasó de 180,489 infecciones diarias registradas el 22 de enero a 125,854 reportadas el viernes, de acuerdo con los datos de la Universidad Johns Hopkins.
VARIANTES DEL VIRUS
Las autoridades de sanidad temen que el Super Bowl podría provocar brotes en un mal momento. Justo hace unos días, se registró un caso de la nueva variante del coronavirus, que se propagó rápidamente Gran Bretaña, en Kansas luego de que se reportaron casos en varios estados más. Otras variantes sumamente contagiosas también han puesto nerviosos a los científicos. Los estados están acelerando las labores de vacunación antes de que las variantes se propaguen de manera generalizada y emerjan otras mutaciones.
Luego de un largo año de confinamientos, aún falta ver si los estadounidenses harán caso de las advertencias para un evento que fue visto por más de 100 millones de personas el año pasado.
El hecho de que Tom Brady esté buscando su séptimo anillo de Super Bowl contra el estelar quarterback de Kansas City, Patrick Mahomes, sólo se suma a la intriga que rodea el partido.
Rowton, quien asiste a los juegos portando una punta de flecha en la cabeza y una capa firmada por los jugadores, no estará abrazando a desconocidos este año. Pero tampoco hará caso de las recomendaciones emitidas por las autoridades de sanidad: Planea ir a ver el juego en el sótano de un amigo y no estará portando una mascarilla en la reunión de unas 10 personas.
DESIDIA
“He perdido mucha más gente por culpa de las drogas que ha recaído, así que para mí es uno de esos casos en los que no puedo vivir con miedo porque si hago eso, probablemente recaeré y volveré a beber, y eso terminará matándome seguramente”, dijo Rowton, un alcohólico en recuperación que asistió a 329 partidos consecutivos en casa antes de poner fin a esa racha esta campaña.
El partido se disputará frente a unos 22,000 en Tampa, muchos de ellos trabajadores de salud que ya han sido vacunados contra el coronavirus.
En Tampa, la alcaldesa Jane Castor anunció una orden temporal que requiere que se porten mascarillas afuera de varios lugares populares para reuniones durante el Super Bowl. La ordenanza señala que los infractores podrían recibir una multa por 500 dólares como “último recurso”.
AP