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Leyendas de los Juegos Olímpicos: Jesse Owens, el atleta que se impuso al nazismo, pero no pudo con el racismo en Estados Unidos
Lunes 23 de Diciembre de 2024

Leyendas de los Juegos Olímpicos: Jesse Owens, el atleta que se impuso al nazismo, pero no pudo con el racismo en Estados Unidos

Fue ganador de cuatro medallas de oro en Berlín 1936 de Adolfo Hitler, pero el gobierno de Estados Unidos no le dio el debido reconocimiento.

Jesse Owens durante los Juegos Olpimpicos de Berlín 1936 (Foto: worldathletics.org).
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Jesse Owens se convirtió en una auténtica leyenda de los Juegos Olímpicos y sólo le bastó la edición de Berlín 1936 para encumbrarse. Era la época del feroz nazismo de Adolfo Hitler, quien intentaba utilizar el certamen para corroborar la ‘supremacía blanca’ que enarbolaba en su discurso; sin embargo, apareció un atleta afroamericano de Estados Unidos que obtuvo cuatro medallas de oro, se ganó la admiración de la afición alemana y obtuvo reconocimiento mundial.

Y aunque Jesse llegó a maravillar al propio Hitler, poco pudo hacer para combatir la discriminación racial en su propio país, toda vez que el gobierno no le reconoció sus logros como debería, aunado a que llegó a declararse en bancarrota y tuvo que hacer cualquier tipo de trabajo para sobrevivir. Por ello, te contamos la historia de Owens, uno de los más grandes deportistas de la historia.

SEGREGADO DURANTE SU INFANCIA

Nació en Oakville, Alabama, el 12 de septiembre de 1913, era el menor de 10 hijos, sus padres fueron Henry Cleveland Owens y Mary Emma Fitzgerald. Debido a la gran segregación que se vivía en el sur de los Estados Unidos, su familia decidió mudarse a Cleveland, Ohio, junto a un millón y medio de afroamericanos en lo que se conoció popularmente como la ‘Gran Migración Negra’.

¡NO SE LLAMABA JESSE!

Su nombre completo era James Cleveland Owens, pero se hacía llamar así mismo ‘JC’ (pronunciado yei-ci en inglés). Cuando se mudó a Ohio con su familia, debido a su acento sureño, su profesor le entendió que su nombre era ‘Jesse’, así que desde ese entonces fue conocido como Jesse Owens.

SALTO INIGUALABLE A LA FAMA

A los 21 años logró una proeza histórica. Era el 25 de mayo de 1935, en la competencia de la Big Ten Conference en Ann Arbor, Míchigan, rompió tres récords mundiales e igualó uno más en tan sólo 45 minutos: Logró 8.13 metros en el salto de longitud que se mantendría por 25 años, después logró 20.3 segundos en las 220 yardas y 22.6 segundos en la carrera de 200 yardas con vallas bajas. Empató la marca mundial de 9.4 segundos en las 100 yardas.

PRIMER ATLETA AFROAMERICANO PATROCINADO

Adi Dassler, futuro fundador de la empresa Adidas, lo visitó en la Villa Olímpica durante los Juegos de Berlín 1936 para convencerlo de utilizar calzado deportivo especializado de la empresa Gebrüder Dassler Schuhfabrik, lo que lo convirtió en el primer atleta afroamericano en tener un patrocinio.

LA GLORIA OLÍMPICA

Ganó cuatro medallas de oro durante Berlín 1936. La primera fue en los 100 metros planos con un tiempo de 10.3 segundos; la segunda fue en el salto de longitud tras una marca de 8.06 metros; la tercera fue en los 200 metros tras parar el cronómetro en 20.7 segundos; la cuarta fue en la carrera de relevos 4x100 junto a Ralph Metcalfe, Frank Wykoff y Foy Draper, quienes consiguieron un récord mundial de 39.8 segundos.

RECONOCIMIENTO ALEMÁN

En Alemania podía viajar por el país y hospedarse en cualquier hotel en el que estuvieran los atletas blancos, los aficionados lo paraban en la calle para felicitarlo y le pedían autógrafos, las mujeres trataban de cortarle un pedazo de su traje para tener un recuerdo de él. Incluso, hay una versión que apunta a que el líder nazi Adolfo Hitler lo felicitó de mano tras su gran exhibición en Berlín 1936, sin que hasta el momento haya sido confirmada.

SIGUIÓ LA SEGREGACIÓN EN ESTADOS UNIDOS

Franklin Roosevelt, entonces presidente de los Estados Unidos, no lo recibió en la Casa Blanca debido a que su prioridad era conseguir el voto de la población sureña, zona del país que era conocida por su marcado racismo. En el desfile de los medallistas que se realizó en Nueva York, a Owens no se le permitió entrar en el hotel Waldorf Astoria por la puerta principal y debió llegar a la recepción del hotel en el montacargas.

A LA BANCARROTA

Después de ser despreciado por el gobierno de Estados Unidos y de que se esfumara su estatus de amateur, tuvo que aceptar cualquier trabajo para poder sobrevivir. Fue gerente de una lavandería, bailarín de jazz, probó suerte en el cine junto a la niña Shirley Temple e, incluso, llegó a hacer carreras en contra de un caballo, un perro o un automóvil: “¿Qué podía hacer? Tenía cuatro medallas de oro, pero no podía comérmelas”. En 1966 fue juzgado por evasión de impuestos y se fue a la bancarrota.

RESCATADO POR EL GOBIERNO

El presidente Dwight Eisenhower lo nombró embajador de buena voluntad de los Estados Unidos para el Tercer Mundo a mediados de la década de los cincuenta, así que se le asignó un sueldo anual de 75 mil dólares.

NO APOYÓ AL BLACK POWER

De cara a los Juegos Olímpicos de México 1968 fue enviado por el gobierno de Estados Unidos para tratar de calmar a los atletas afroamericanos que habían gestado el movimiento Black Power y Owens fue severamente criticado por no posicionarse a favor. Legendaria es la acción de Tommie Smith y John Carlos en el podio con el puño levantado, algo que no parecía concordar con Jesse:

“Es un símbolo sin significado. Cuando abres los puños, tienes a la vista tus dedos, que son frágiles. La única ocasión en que el puño cerrado tiene significado es cuando tienes dinero agarrado. Allí reside el verdadero poder”. Aunque años más tarde matizaría su declaración en un libro titulado ‘He cambiado’: “Me di cuenta de que luchar, en su mejor sentido, era la única respuesta que el afroamericano tenía, que cualquier negro que no estuviera comprometido en la lucha en 1970 estaba ciego o era un cobarde”.

ADIÓS AL ETERNO JESSE OWENS

Después de cumplir 30 años, se fumaba una cajetilla de cigarros diaria, lo que lo llevó a padecer de cáncer de pulmón que fue muy agresivo, así que terminó por fallecer el 31 de marzo de 1980 a los 66 años de edad. El presidente Jimmy Carter enfatizó en un discurso: “Quizá ningún atleta simbolizó mejor la lucha humana contra la tiranía, la pobreza y el fanatismo racial”.

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