EFE.- En el segundo festejo del ciclo de novilladas 2024 de la Plaza México destacaron los novillos de Fernando Lomelí, que estuvieron seriamente presentados y se emplearon con casta en todos los tercios. Cinco fueron aplaudidos en el arrastre, uno despedido con arrastre lento.
El novillero mexicano Jesús Sosa cortó una oreja mientras sus connacionales César Pacheco y Luis Martínez no obtuvieron premios. Se registró algo menos de un cuarto de entrada en La Monumental.
Fue una buena tarde de toros gracias a los ejemplares provenientes del desierto del estado de Coahuila. Novillos bravos que exigieron a los espadas en todo momento.
De los tres novilleros anunciados, sólo Sosa logró estar a la altura de un rival. Fue en el tercero de la tarde, de serias hechuras. Buenos momentos de Sosa con el capote y buena vara del picador Ángel Juárez en los albores de la faena.
Sosa con la tela corta empezó citando de lejos en los medios y luego se asomó al contrario, a pesar de la mirada desconfiada del novillo, que no perdía ojo al diestro.
Le costaba meter en la muleta al astado, el menos noble de la tarde. Sólo lo logró Jesús en un par de ocasiones por cada pitón, de mérito y emoción ambas, pues Sosa lo realizó de frente y cruzado.
El novillo, con más genio que casta, complicado, acabó por propinarle un susto en unas bernardinas. Lo mató al primer intento.
La oreja que recibió fue pitada por algunos de los presentes. Con el cierra plaza un Sosa mermado no se la jugó en exceso. Se llevó otro viaje entrando a matar. El abre plaza fue un novillo con trapío que se fue embalado por el caballo, al cual derribó.
Acudió dos veces al peto. Volteó a César Pacheco cuando pretendía el espada ejercer con el capote. La fase de muleta de Pacheco tuvo mucha precaución, citando siempre con el brazo extendido y el cuerpo tapado ante el posible recorrido del animal.
Presentación sin asumir riesgos ante un novillo de Lomelí al que no fue capaz de bajar la testa. Se tiró a matar con un pie presto para la fuga y sólo lo resolvió gracias a un bajonazo.
La presentación de Pacheco finalizó con un cuarto del festejo que salía suelto en los primeros compases de su quehacer en el ruedo. El tercio de varas corrigió esta tendencia del bovino.
El joven diestro repitió esquema. Toreó a media altura sin asomarse, combinándolo con pases por bajo con la muleta atrasada, sin cruzarse. Así logró ligar tandas descompuestas en las que siempre quedaba descolocado.
Luego pretendió el toreo en redondo a mucha distancia. Se llevó un revolcón. El buen toro de Lomelí se resistió a morir tras estocada no certera pero sí mortal. Se fue en arrastre lento.
El otro espada, Luis Martínez, toreó con el pico de la muleta o muy en paralelo. En su primero algunos oles acompañaron una lidia sin ambición, resuelta con muy pocos pases, nada de mando y recursos habituales, bernardinas y molinetes, entre otros.
El animal pasó la lidia con una lesión en la pata derecha. La casta del hierro lo mantuvo siempre en pie. En el quinto, un imponente novillo, peleó con violencia en el caballo, enviando al picador a la arena del albero. La fiereza del ejemplar se impuso a las mañas de Luis Martínez.
La tarde finalizó con los aficionados puestos en pie, mientras el ganadero daba una merecida vuelta al ruedo.
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