En abril de 2022, el reporte de las finanzas públicas arrojó un subsidio a gasolinas y diésel por 542.5 millones de pesos, luego de casi ocho años consecutivos en que las finanzas del gobierno estuvieron nutriéndose de la recaudación de ese impuesto especial a los automovilistas.
A partir del reporte de abril de este año, previsiblemente empezaremos a ver números más abultados en este rubro, amenazando todo el tiempo el bolsillo de los consumidores de gasolinas y diésel.
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Entre enero de 2020 y mayo del 2021 la recaudación por el impuesto especial a gasolinas y diésel osciló entre los 30 y 35 mil millones de pesos, sin embargo, a partir de junio de 2021, un mercado petrolero con una oferta más estrecha y en constante alza en la cotización del crudo, motivaron que a partir de junio de ese mismo año, y por la forma en que las autoridades hacendarias lo aplican, los ingresos por ese impuesto empezaron a moverse marcadamente a la baja.
El fondo de esta fluctuación lo encontramos primero en el contexto de la acelerada reactivación tras la Covid-19 y luego por los fuertes desajustes en los mercados por la invasión de Rusia a Ucrania.
En días recientes, los precios del crudo de referencia de Estados Unidos del West Texas Intermediate (WTI) han cotizado por arriba de los 120 dólares por barril, niveles que no se veían desde hace 14 años. Vale recordar que en el contexto de la crisis de 2008, el crudo de referencia WTI alcanzó un precio de 145 dólares por barril. En el curso de la semana anterior, el precio de la gasolina en Estados Unidos promedió 5.11 dólares por barril, alcanzando en California los 6.36 dólares por galón, unos 34.45 pesos por litro.
Los ingresos petroleros en México también aumentan en forma importante. En abril fueron por 126 mil 880 millones de pesos, 76.3% en términos reales por arriba de los registrados en el mismo mes del año anterior. Así, los elevados precios del hidrocarburo en los mercados internacionales pareciera que pueden sostener una política de subsidio a gasolinas, sin embargo, las cuentas no resultan tan sencillas cuando se aprecia un nivel de gasto cada vez más apretado.
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Para abril del 2022, el reporte de la SHCP muestra que el gasto neto total del sector sufrió una reducción de 2.1% en términos reales respecto al registrado un año antes. Los ajustes en gasto corriente, es decir, los efectuados para la contratación de personal, materiales y suministros, así como otros gastos generales implementados recientemente en el Ejecutivo federal, no alcanzan del todo para hacer frente a los crecientes gastos en pensiones que mes a mes registran niveles récord y costos financieros por la deuda pública, así como los emblemáticos proyectos de inversión.
En el contexto actual, parecen previsibles algunos ajustes en las finanzas públicas, que si bien hasta ahora reciben apoyo de los ingresos petroleros, de mantenerse la incertidumbre y volatilidad en los mercados internacionales, pronto se tendrán que realizar ajustes mayores.