Diez años después de su muerte en la isla española de Lanzarote, la novela Ensayo sobre la ceguera del escritor portugués José Saramago, es ahora su obra más conocida.
Justo en su aniversario luctuoso, muchos recuerdan que el Nobel de Literatura habla en ese libro de una pandemia.
Pero ahí, la enfermedad es la ceguera blanca, tan repentina e inexplicable que causa pánico generalizado. ¿Te suena un poco conocido?
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Su mujer, Pilar del Río, dio una entrevista a EFE donde coincidió en que la novela se anticipó al caos del coronavirus y “pareciera que hemos vivido” algunos pasajes de Ensayo sobre la ceguera.
Además, Del Río envió un mensaje a los creadores de opinión: deberían aprender que en una epidemia no hay culpables ni responsables, somos todos víctimas.
De su propia obra, Saramago dijo alguna vez que "el viaje no termina jamás. Sólo los viajeros terminan. Y también ellos pueden subsistir en memoria, en recuerdo, en narración\u2026 El objetivo de un viaje es sólo el inicio de otro viaje".
Por ello, aquí encontrarás una pequeña muestra para viajar y disfrutar con la literatura del gran creador portugués.
Los íncipits de José Saramago
El íncipit se describe como las primeras palabras de un escrito y uno bueno siempre genera que una persona quiera seguir leyendo. A 10 años de la muerte de Saramago hay que continuar la travesía de los inicios de sus libros.
Ensayo sobre la ceguera
En éste, José Saramago dibuja con sus palabras una escena que al principio parece normal, algo de cualquier ciudad saturada de automóviles, porque los describe en un semáforo esperando con impaciencia para poder seguir su camino.
La luz verde se prende, pero uno de los autos no arranca y todos los espectadores asumen que el vehículo tuvo alguna especie de falla mecánica. Sin embargo, la verdad es mucho más siniestra porque el conductor indica que se acaba de quedar ciego.
El evangelio según Jesucristo
Es bien sabido que Saramago era ateo y su obra El evangelio según Jesucristo no es una de las favoritas de la iglesia católica.
Lo impresionante es cómo el portugués ofrece su versión de la Anunciación, ese momento donde el ángel Gabriel le dice a la virgen María que va a ser madre.
Ahí, con pocas palabras, Saramago crea una duda que crece en el texto a medida que avanzan las páginas. En parte, porque la confusión siempre está en que no se sabe quién habla, ya que el libro no tiene los signos de puntuación correspondientes y deja esa labor al lector.
Manual de caligrafía y pintura
Aquí es H. el protagonista y el escritor de esta novela. Él es un pintor al que le han encargado un cuadro, sin embargo, sin que su cliente se entere, H. empieza a dibujar una segunda versión muy diferente.
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En ese momento de la vida, el personaje ignora cuál es su verdadera vocación. No sabe si el primer cuadro, con sus reglas estrictas, su mejor trabajo, o si el segundo que crea en el anonimato, y que tal vez nunca vea la luz, sea más su verdadera personalidad.
O la es escribir su ¿verdadera vocación? Mientras, seguirá con los tres cuadros y redescubriéndose en el proceso.
Caín
Sí, al nobel portugués le gustaba tomar textos de la Biblia y reimaginarlos de maneras inesperadas. Aunque el personaje principal de la obra es Caín, el primer fratricida de la historia según la religión católica, los primeros párrafos se centran en el Paraíso.
En ese lugar idílico se encuentran Adán y Eva, y un dios enojado porque sus creaciones no tienen voz propia, mientras que todos los demás animales hacen ruido alrededor, pero en ese momento los humanos guardan silencio. Y, lógicamente, dios sólo puede culparse a sí mismo por el error.
Así es como José Saramago entendía al mundo, describiendo imágenes que parecen perfectas, pero en un instante surge un desajuste en esa visión y pronto cae a pedazos todo.
Esto demuestra una vez más que nada es perfecto y que el portugués tenía una mirada muy peculiar del mundo.