Más pantallas, mejor internet y menos competencia: si en 1980 había decenas de medios de comunicación en Estados Unidos, ahora seis gigantes controlan el 90% de las cadenas de televisión y los estudios de Hollywood.
Las marcas se concentran en muy pocas manos, por ejemplo, recientemente se anunció la fusión de Warner con el grupo Discovery y la compra de la Metro-Goldwyn-Mayer (MGM) por parte de Amazon.
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Estos anuncios llegan en un momento en el que los reguladores estadounidenses investigan a Amazon por supuestas prácticas monopólicas. Además se realiza un juicio por el mismo asunto contra Apple, que acaba de iniciar su andadura en Hollywood gracias a contratos millonarios con Martin Scorsese, Oprah Winfrey y Jennifer Aniston.
El asunto es peculiar porque la gran mayoría de espectadores tiene la sensación de que hay más oferta televisiva. Por ejemplo, en 2019 532 series se estrenaron en Estados Unidos, una cifra considerable respecto al 2009 con 210 lanzamientos, según un informe del canal FX difundido por el diario The New York Times.
La revolución arrancó en 2013, cuando Netflix decidió dejar de ser un contenedor de otros estudios para rodar y estrenar sus dos primeras series originales: House of Cards y Orange is the New Black.
Menos de una década después, la plataforma cuenta con decenas de ficciones propias en países como Reino Unido, Francia, España, Italia o Turquía, donde se ha posicionado como líder en tiempo récord.
El éxito de su modelo \u2014producir, rodar, publicitar y vender directamente al consumidor\u2014 ha llevado a los grandes estudios de cine a fijarse cada vez más en la pequeña pantalla e imitar el modelo basado en la concentración.
Disney es el mejor ejemplo. Durante años, la compañía de Mickey Mouse compró estudios más pequeños: Lucasfilm (Star Wars), Marvel, Pixar, Miramax… Y en 2019 completó su crecimiento con 21st Century Fox y sus marcas asociadas como Searchlight y National Geographic.
La empresa ha conseguido que Disney+, su plataforma de streaming, supere en apenas un año los 100 millones de suscriptores, que disfrutan el trabajo de Pixar, Marvel y filmes de prestigio como Nomadland, ganador del Óscar a la mejor película este año.
Disney también controla en Estados Unidos otras dos plataformas, Hulu y ESPN, además de la marca Star en Europa, Asia, Oceanía y Latinoamérica.
En 2018, la operadora AT&T compró TimeWarner que, entre otros, incluye a los estudios Warner Bros., HBO y la CNN. Pero tres años después, la operación no fue suficiente y AT&T fusionará esa división con el grupo Discovery, propietario de la marca Eurosport y de los derechos de emisión de los Juegos Olímpicos en Europa.
Surgirá así otro titán mediático parecido al de Comcast, que en 2013 compró las acciones que General Motors poseía de NBCUniversal, una marca que concentra los estudios Universal (Jurassic World, Fast & Furious) la cadena NBC y la plataforma de streaming Peacock.
Por su parte, en 2019 Viacom (MTV, Nickelodeon) unió a la cadena CBS y los estudios Paramount bajo el mismo paraguas.
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Con ese panorama, la Metro-Goldwyn-Mayer (MGM) era uno de los pocos estudios que se mantenía libre, aunque su resistencia estaba pasando factura y acumulaba una deuda importante.
Apple se interesó primero por la compra, pero la negociación no prosperó. Finalmente Amazon, que ya cuenta con su propio estudio, se llevó el premio con el que aspira a aumentar su poder.
Sony Pictures, que hace una década era un gigante en Hollywood, es ahora un guerrero mediano y acaba de firmar un acuerdo con Netflix para distribuir sus próximos estrenos.
Con información de EFE