Este sábado un grupo de cineastas de Afganistán lanzó un pedido de apoyo intelectual internacional, durante un panel en el Festival de Cine de Venecia.
"Los talibanes están tratando de mostrar una cara blanda: son tan crueles como antes, pero ahora son más inteligentes, porque están utilizando la tecnología de comunicación moderna. Incluso utilizarán el cine o cualquier tipo de producto audiovisual para la propaganda", dijo la directora Sahraa Karimi.
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La cineasta es la primera mujer al frente de la Organización del Cine de Afganistán. En 2019 compitió en la sección Horizontes de Venecia con Hava, Maryam, Ayesha, y este año volvió al festival para hablar de cómo afecta a las artes el ascenso talibán en su país.
"Pensé que el mundo debería saber de nosotros, especialmente los artistas, porque los artistas pueden sentir, qué significa vivir en dictadura. En el siglo XXI hay un grupo de gente que viene a tu país de la nada y te dice que la música está prohibida, el cine está prohibido, el trabajo artístico está prohibido y las artistas mujeres son simplemente quienes debería ir a un rincón y estar aisladas", dijo.
Hasta hace unas semanas, Karimi preparaba su segundo largometraje y dos documentales históricos, mientras pensaban en algunas adaptaciones de obras de la literatura afgana. Además iba a celebrar la segunda edición del Premio Nacional de Cinematografía y preparaba acuerdos con otros países para impulsar carreras de jóvenes cineastas.
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“Queríamos producir películas y contar nuestra historia desde un punto de vista distinto para mostrar la belleza"; sin embargo “todo esto se detuvo en pocas horas” y tuvo que abandonar su tierra, lamentó.
“Los archivos son ahora de los talibanes y muchos directores, sobre todo independientes que en los últimos cinco años han participado en festivales y plataformas importantes, han visto desvanecerse su trabajo en pocas horas”, denunció Karimi, que comparó este drama con la película La lista de Schindler (1993).
La otra directora que intervino en el foro fue Sarah Mani, que este año acudió a Venecia en busca de financiamiento para su documental Kabul Melody, en el marco del programa Venice Production Bridge.
“Queríamos crear un país mejor para el futuro pero estos acontecimientos nos han quitado las armas con las que combatir”, sostuvo.
La directora denunció la situación de desamparo jurídico en su película Thousand girls like me (2018), en la que recoge el caso de una chica que sufrió los abusos sexuales de su padre durante 13 años ante la impasibilidad de las autoridades afganas. Ahora se suma “la crueldad” de los talibanes, que según explicó ya han arrestado a músicos por tocar instrumentos considerados prohibidos.
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Todo esto, dijo, ante los ojos del mundo, mientras los radicales religiosos se presentan “más blandos” a través de las redes sociales: “¿Cómo es posible que terroristas internacionales hayan podido abrir oficinas?”, cuestionó.
En la conferencia participaron también la directora artística del Festival de Rotterdam, Vanja Kaludjercic; pero también el de Ámsterdam, Orwa Nyrabia, y los dirigentes de la Academia Europea del Cine (EFA), Mike Downey y Matthijs Wouter Knol.
Con información de EFE