EFE.- Chile es uno de los mayores productores de vino del mundo. El país latinoamericano ha logrado renovar el milenario arte de la elaboración de esta bebida. Su apuesta se centra en vinos veganos, orgánicos y biodinámicos.
El vino chileno es el cuarto más exportado del mundo en volumen y valor. Según la Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV) y es considerado como uno de los embajadores del país.
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Hoy en día, también resulta un referente en la región en cuanto a la producción de vinos veganos y orgánicos.
Esta línea de productos, según un estudio de la Universidad del Bío-Bío (Chile), registró un crecimiento de un 20% en 2019 a nivel mundial.
Este aumento aún no satisface la demanda de varios de los mercados más importantes como Europa, Estados Unidos y Japón.
La sostenibilidad lleva en la agenda de la industria vitivinícola chilena más de una década. La Asociación de Vinos de Chile creó una etiqueta sustentable que hoy lleva más del 80% de los vinos embotellados exportados, producidos por un total de 76 viñas que representan 50 mil hectáreas.
“Hay una mayor consciencia desde hace varios años hacia el tema ambiental y bajo ese paraguas han aparecido estos nuevos vinos”, señaló a EFE el encargado de sostenibilidad de la Asociación de Vinos de Chile, Patricio Parra.
Vinos orgánicos y biodinámicos
En un idílico paraje donde gallinas y alpacas se pasean a sus anchas por huertos ecológicos y campos de uva, se ubica Viña Emiliana. Se trata del primer viñedo orgánico de Chile y uno de los más grandes del mundo.
Esta bodega cuenta con más de 900 hectáreas y una producción que supera los 10 millones de litros anuales.
“El vino ecológico u orgánico es aquel en el que no se usa ningún tipo de químico sintetizado como pesticidas, fungicidas y fertilizantes. Estos normalmente pasan a la uva y queda un residuo en el producto final”, señaló el gerente general de la compañía, Cristian Rodríguez.
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El vino biodinámico, de acuerdo con Rodríguez, se produce bajo la premisa de “cerrar ciclos de la agricultura en el mismo campo. Se trata de un concepto de volver la granja de hace 150 años y que funcione como un ente vivo”, agregó.
En la elaboración de este tipo de vinos se utilizan el mosto -los residuos de las uvas- de las cosechas y el estiercol de los animales como fertilizantes. Minerales y plantas como la manzanilla o el diente de león previenen las plagas.
El 97% de la producción de esta viña se exporta a Europa, Brasil y Estados Unidos. De esos mismos países reciben miles de visitas de enoturistas que quieren probar sus vinos.
Sus etiquetas están certificadas como vinos veganos y también biodinámicos. Si no fuera suficiente, se producen bajo estándares de comercio justo, explicó el empresario.
El boom de los vinos veganos
En los últimos años ha emergido la moda de los vinos veganos, en los que la clara de huevo que se utiliza de forma habitual para clarificar el líquido se sustituye por productos de origen vegetal.
“En Chile desde hace cinco años hay un boom con el veganismo y la tendencia en los vinos siempre ha sido hacia lo más saludable”, señaló Juan José Tarud, un productor local que elabora sus vinos veganos en una centenaria viña a varios kilómetros al sur de la capital.
La elaboración de sus vinos se aleja de todos los procesos industriales y el zumo de uva descansa durante meses en tinajas y antiguas ánforas de arcilla. Tarud explicó que estas “ayudan a mantener el aroma y hacen que no sea necesario agregar levaduras ni sulfitos para su fermentación”.
El enólogo y profesor de Agronomía de la Universidad de Chile, Álvaro Peña, explicó a EFE que “no existen diferencias de sabor entre los vinos veganos y los tradicionales". Agregó que, a pesar de las diferencias de producción, "tienen unas características organolépticas iguales”.