Los fabricantes mexicanos de ataúdes como Pedro Jaramillo, con más de 20 años de experiencia, viven su propio desafío frente al coronavirus, no solo por el incremento en la demanda debido a la pandemia.
La industria, además, lucha contra un “mercado negro” que reutiliza los féretros cuando los restos mortales de una persona acaban siendo cremados.
“Una persona se crema y el ataúd queda al aire, ya le pertenece a quien lo compró. Pero nadie quiere un ataúd en su casa”, describe Pedro el fenómeno cíclico.
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“Entonces, este ataúd empieza a circular por diferentes medios, por diferentes vías. Entra invariablemente en un ‘mercado negro'”, considera.
Proveniente de una familia dedicada a la industria, Jaramillo es representante legal de Litomex, que produce 250 féretros a la semana, un número que creció en medio de la pandemia, a pesar de que la producción suele disminuir en esta época del año.
"Ha habido un incremento. Al inicio fue por, entendemos, algo parecido a las compras de pánico, donde la intención de quién se dedica a otorgar el servicio funerario fue prever”, dice desde su planta en Ecatepec, un municipio del Estado de México.
El empresario percibe este “incremento notorio” y un aumento en las inhumaciones en la fase más crítica del brote de coronavirus en el país.
México acumuló hasta la noche del jueves 42 mil 595 contagios y 4 mil 477 muertos por el Covid-19, según las cifras oficiales.
El “mercado negro” en servicios y hasta ataúdes
La crisis, según Pedro, exhibe a lo que él llama “el mercado negro”, una serie de irregularidades con las que productores de cajas fúnebres han lidiado por años, sobre todo en la Ciudad de México, “donde la cremación ganó terreno”.
El Gobierno de la capital del país descartó desde abril la práctica de funerales para fallecidos por coronavirus, al asegurar que cuentan con espacios necesarios para las inhumaciones y cremaciones.
A nivel nacional, México no obliga a la incineración automática de los cuerpos por la crisis nacional de desaparecidos, como explicó Hugo López-Gatell, subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud.
Aun así, crematorios de alcaldías como Xochimilco e Iztapalapa reportan incrementos del 300% en incineraciones en medio de la pandemia.
En el país, hay cerca de 6 mil unidades económicas que se dedican a servicios funerarios, según el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (INEGI). Pero las asociaciones empresariales estiman que un 60% son informales y 80%, de barrio.
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“La irregularidad o el ‘mercado negro’ de ataúdes tiene años que existe, es algo que se ha intentado combatir desde hace mucho tiempo, pero no hemos sido escuchados para normar el tema de los ataúdes”, lamenta Jaramillo en entrevista con EFE.
Para el representante de Litomex, la crisis debe motivar a políticos y ciudadanos a revalorar el rol fundamental de su industria, con una nueva regulación para los féretros.
“Yo creo que con la situación actual este problema tiene que encontrar solución. Durante años hemos intentado que esto se escuche”, enfatiza.