MÉXICO

Encuentre las diferencias: qué cambió y qué permaneció igual en la primera conferencia matutina de Claudia Sheinbaum
Viernes 4 de Octubre de 2024
ARRANQUE DEL SEXENIO

Encuentre las diferencias: qué cambió y qué permaneció igual en la primera conferencia matutina de Claudia Sheinbaum

Todo indica que las hoy llamadas “mañaneras del pueblo” ya no serán maratónicas, pero es evidente que la minimización de la realidad y “los otros datos” serán una constante, aunque eso sí, con “estilo propio”

Créditos: Cuartoscuro
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La presidenta Claudia Sheinbaum ofreció hoy su primera conferencia matutina y lo primero que llamó la atención fue un cambio que no es menor: los comentarios en la transmisión de YouTube fueron desactivados.

El chat de la plataforma de videos era donde los bots que se hacían pasar por “el pueblo” denostaban a personas e instituciones a la par que lo hacía el expresidente Andrés Manuel López Obrador en su conferencia, y donde decían cuánto amaban al “cabecita de algodón”. Sin embargo, ese espacio no estuvo disponible para ello, por lo menos hoy.

“Casa llena”, dijo la mandataria cuando vio inusualmente abarrotado el salón antes llamado Tesorería y hoy rebautizado como Guillermo Prieto.

No fue lo único que cambió de nombre. Las llamadas “mañaneras” de López Obrador ahora se denominan “mañaneras del pueblo”, a las que Sheinbaum puso apellido al anunciar este cambio: “del segundo piso de la cuarta transformación”.

El protocolo de la tan traída y llevada disciplina de Morena permanece igual: ella de pie ante su atril con los funcionarios sentados a un lado, donde permanecen inamovibles mientras no sean requeridos hasta el final de la conferencia, para después salir del salón en fila india detrás de la nueva tlatoani.

Y en definitiva, la duración fue sustancialmente menor: de las tres horas de rigor de López Obrador se pasó, al menos en esta ocasión, a una hora con 20 minutos aproximadamente. Se acabaron los kilométricos circunloquios.

Pero la grafiquitis, esa sí, continuará. “A ver, ¿hay por ahí una encuesta que sacaron hace poco, para que vean cuánta polarización hay?”, preguntó la mandataria cuando un reportero le habló sobre el llamado que le hizo Xóchitl Gálvez ayer a terminar con la intriga y la polarización.

Y con la misma diligencia de siempre, el equipo de comunicación que se ubica a su derecha, presto para exponer “los otros datos” que les sean requeridos, como ocurría con López Obrador, expuso el gráfico en la pantalla.

Así, la respuesta quedó delegada en la voz del pueblo, el depositario de la voluntad popular en la que se ha venido amparando toda reforma, sea sensata o descabellada.

También quedó claro que la continuidad de la minimización de la realidad será una constante, aunque tampoco es nuevo en ella.

De esa forma, quedaron como asuntos menores la probabilidad de que el T-MEC se vea afectado por la reforma judicial, la descomposición de las relaciones con España y la violencia en Sinaloa, pero eso sí, puso el énfasis en que Guanajuato, gobernado por la oposición, es el estado con más homicidios.

En lo que sí hubo cambios notables fue en las secciones que le dan ese cariz de programa matinal a la conferencia matutina.

Se acabó el monótono “Quién es quién en los precios” con que abría la semana para dar paso a los “Lunes de vida saludable”.
Al día siguiente ya no habrá informe de seguridad quincenal, sino los “Martes de humanismo mexicano y memoria histórica”.

Los miércoles estará el “Detector de mentiras”, una reinvención del “Quién es quién en las mentiras” que, en el afán del “estilo propio”, ahora incluirá participaciones ciudadanas.

Para los jueves presentará la sección “Mujeres en la historia”, la versión femenina de la retórica comparativa con los grandes personajes de la vida pública del país.

Y para terminar la semana, los viernes será dedicado a la “participación de la ciudadanía en hechos y momentos que nos hacen sentir orgullosos de ser mexicanos”.

Así fue la primera conferencia matutina de la nueva presidenta que empezó con una notable diferencia: un “buenos días a secas”, sin el “ánimoooo” que agregaba López Obrador al saludo, tal vez porque la prensa ya no lo necesita.