AP.- La sala de conciertos en un suburbio de Moscú donde un grupo armado abrió fuego contra los asistentes a un concierto lucía el sábado en ruinas ennegrecidas y humeantes, al tiempo que el número de muertos en el ataque rebasó los 130 y las autoridades rusas arrestaron a cuatro sospechosos. El presidente Vladimir Putin afirmó que fueron capturados cuando huían a Ucrania.
Kyiv rechazó enérgicamente su participación en el ataque del viernes a la sala Crocus City Hall en Krasnogorsk, y la filial en Afganistán del grupo Estado Islámico se declaró responsable.
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Putin no mencionó al ISIS en su discurso y Kyiv acusó al presidente y otros políticos rusos de vincular falsamente a Ucrania con el ataque con el fin de elevar el fervor en la guerra contra Ucrania, que recientemente inició su tercer año.
Agentes de la inteligencia estadounidense confirmaron la autenticidad de la afirmación de la filial afgana de ISIS.
“ISIS es el único responsable de este ataque. No hubo participación ucraniana en absoluto”, dijo la portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Adrienne Watson, en un comunicado.
A principios de marzo, Estados Unidos compartió información con Rusia sobre planes de un ataque terrorista en Moscú y emitió una advertencia pública a todo ciudadano estadounidense que se encontraba en Rusia, afirmó Watson.
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Putin dijo que las autoridades detuvieron a 11 personas por el ataque, que dejó además más de 100 heridos. El presidente ruso calificó el atentado como un “acto terrorista sangriento y bárbaro” y dijo que las autoridades capturaron a cuatro sospechosos cuando trataban de huir a Ucrania a través de una “ventana” preparada del lado ucraniano de la frontera.
Medios rusos de noticias difundieron videos que parecían mostrar la detención e interrogatorio de los sospechosos, uno de los cuales dijo frente a las cámaras que había sido abordado por un ayudante no identificado de un clérigo islámico a través de una app de mensajería y le pagó para que participara en el ataque.
Reportes de noticias rusos identificaron a los agresores como ciudadanos de Tayikistán, una antigua nación soviética del Asia Central que es mayoritariamente musulmana y limítrofe con Afganistán. Alrededor de 1.5 millones de tayikos han trabajado en Rusia y muchos tienen la ciudadanía rusa.
El Ministerio de Relaciones Exteriores de Tayikistán, que negó los informes iniciales de los medios rusos que mencionaban a varios otros tayikos presuntamente involucrados en la redada, no respondió a una solicitud de comentarios sobre los arrestos.
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Muchos extremistas rusos pidieron medidas enérgicas contra los migrantes tayikos, pero Putin pareció rechazar la idea al declarar que “ninguna fuerza podrá sembrar las semillas venenosas de la discordia, el pánico o la desunión en nuestra sociedad multiétnica”.
Putin indicó que se han impuesto nuevas medidas de seguridad en todo el país y decretó una jornada nacional de luto para el domingo.
El número de muertos ascendió a 133, lo que convierte el ataque en el más mortífero ocurrido en Rusia en años. Las autoridades advirtieron que el número de víctimas aún podría aumentar.
El atentado constituye una gran vergüenza para el mandatario ruso, días después que consolidó su férreo poder para un nuevo sexenio, en una elección precedida por una represión del disenso que no se veía desde la era soviética.