Los votantes en Austria dieron el domingo por primera vez en su historia una victoria en unas elecciones generales al Partido de la Libertad (FPO), según los resultados preliminares, lo que subraya el creciente apoyo a la extrema derecha en Europa, alimentado por la preocupación por los niveles de migración.
En una campaña dominada por la preocupación por la migración y la economía, el FPO, euroescéptico y amigo de Rusia, mantuvo durante meses una ligera ventaja en los sondeos de opinión sobre el conservador Partido Popular Austriaco (OVP) del canciller Karl Nehammer.
Bajo la dirección de Herbert Kickl, de 55 años, el FPO obtuvo el 28.8% de los votos, por delante del OVP, con el 26.3%, y de los socialdemócratas, de centroizquierda, con el 21.1%, según una proyección basada en casi todos los sufragios realizados por la encuestadora Foresight para la cadena ORF, un margen de victoria algo mayor de lo que indicaban los sondeos.
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"Hemos hecho historia en Austria porque es la primera vez que el Partido de la Libertad es el número uno en unas elecciones parlamentarias y hay que pensar lo lejos que hemos llegado", dijo Kickl tras el resultado, que se produjo siete décadas después de su fundación en los años 50 bajo el liderazgo de un antiguo legislador nazi.
La formación ha trabajado para moderar su imagen y ampliar su atractivo, pero Kickl sigue siendo una figura provocadora y polarizadora, que no gusta nada a los demás líderes del partido, que se unieron de inmediato para rechazar la idea de formar una coalición con él.
Si Kickl no logra convencer a otro partido para que se alíe con él, podría poner fin a las esperanzas del FPO de formar gobierno y abrir la puerta a una coalición de partidos más moderados.
Sólo el OVP ha dado alguna indicación de que podría trabajar con el FPO, pero ha descartado hacerlo con Kickl, que no ha dado ninguna pista sobre si podría echarse a un lado para dejar que otra persona tome el mando.
La victoria de Kickl fue aplaudida por los partidos de extrema derecha de toda Europa, donde las formaciones afines han ganado terreno en territorios como Países Bajos, Francia y Alemania. Ese creciente apoyo podría avivar el riesgo de divisiones en el seno de la Unión Europea en torno a políticas clave como la defensa de Ucrania frente a Rusia.