María le explica a Maribel, con un patrón de tela cortado sobre una mesa, cómo debe hacer los dobleces para luego coser y tener lista una nueva cubrebocas, igual a las miles que ya han elaborado junto a otras dos compañeras inmigrantes desde que perdieron su trabajo de limpiadoras hace un mes, cuando las autoridades de Nueva York decretaron el cierre de toda actividad no esencial.
Trabajan desde sus casas, pero los lunes y los miércoles se dan cita en el centro social La Colmena, en un barrio de la isla neoyorquina de Staten Island, donde se organizan y ponen a la venta -tres por 15 dólares- las mascarillas que han producido.
Puedes leer: México reporta mil 351 muertes por Covid-19 y 14 mil 677 contagios
Criada por su abuela en México, María, que vive con su marido, su hijo, su nuera y sus nietos, confiesa que desde que aprendió costura siempre ha sentido fascinación por las máquinas de coser: “Me gusta, me emociona sentarme y agarrar mi máquina, transformar cualquier pedazo de tela".
De limpiar casas a hacer cubrebocas
La pandemia le ha quitado el empleo a decenas de miles de trabajadoras de la limpieza, muchas de ellas latinas que recibían el sueldo diariamente. A María, la crisis le ha dado la oportunidad de ganarse la vida con su máquina de coser y de ayudar a otra gente.
También puedes leer: Latinos culpan a Trump por la respuesta tardía ante coronavirus
"Nosotras trabajamos limpiando casas, ese es nuestro trabajo. Pero nos lo fueron cancelando poco a poco y nos vimos en la necesidad de guarecernos de la cuarentena y nos llegó esta oportunidad de poder hacer los cubrebocas", cuenta María, de 60 años.
Nacida también en México, su compañera Maribel, que lleva viviendo 15 años en la isla neoyorquina, dice que ya trabajaban juntas en el grupo “Mujeres Liderando”, lo que les facilitó la coordinación entre ellas y con la ONG de La Colmena, donde se encuadraba su actividad antes de la pandemia.
La organización Maker Space, por su parte, les donó las primeras telas para las piezas y dos máquinas con las que ahora trabajan.
Un proyecto de grupo
El hijo de Maribel, trabajador de la construcción, está en el paro al igual que su marido, que estaba empleado en un restaurante que cerró con la crisis. Por eso asegura que coser cubrebocas “es lo que nos salva”.
Parte de los cubrebocas que han hecho las han donado a los jornaleros que todavía conservan sus trabajos. También a policías y a otros trabajadores de servicios esenciales. Inclusive ya han recibido diferentes encargos, el último de ellos de cien mascarillas con el objetivo de donarlas al Ejército.
“Lo que estamos dando a entender es que bueno, no nos incluyeron en el fondo de emergencia, (pero) nosotros vamos a seguir adelante y vamos a seguir apoyando a las personas que están al frente, que son los trabajadores, los inmigrantes, las enfermeras, las personas que manejan el bus, los policías. Nosotros vamos a ser una comunidad sola y no vamos a dejar que la gente nos esté dividiendo”, dice la directora del centro de La Colmena, Yesenia Mata.