Reuters.- Para los propietarios de parques industriales en México como Sergio Bermúdez, el negocio está en auge gracias a una ola de empresas estadounidenses que se establecen en la frontera.
El fenómeno del “nearshoring” ha llevado más de 9 mil millones de dólares a México desde octubre de la mano de empresas de manufactura como Unilever, Mattel y Tesla, atraídas por la proximidad al mercado estadounidense, menores costos de empleo y la percepción de estabilidad geopolítica.
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Pero Bermúdez y muchos de los 400 miembros de su sector industrial sufren un grave problema de costos: la energía.
Si bien estos parques han contribuido durante mucho tiempo a la infraestructura estatal, las líneas y especificaciones que ahora se requieren son cada vez más complejas y costosas en el norte manufacturero de México.
“No alcanza la inversión que tiene el gobierno federal, entonces las empresas o desarrolladores son los que tienen que absorber esa inversión”, dijo Eduardo Martínez, funcionario del estado Nuevo León, al hablar de la demanda por el “nearshoring”.
Sergio Arguelles, presidente de la Asociación Mexicana de Parques Industriales Privados (AMPIP), dijo que la inversión del sector en activos energéticos estatales de la actualidad no tiene precedentes. El grupo aún debe calcular cifras, pero las considera “muy importantes”.
El atractivo de nuevos clientes para los parques es fuerte, pero sigue siendo difícil de sobrellevar, dado que la regulación restringe la propiedad privada y los propietarios, esencialmente, donan la infraestructura al Estado.
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“Es el desafío principal”, explicó Aaron Gallo, director de bienes raíces de American Industries, cuyos múltiples parques en México atienden a clientes como el fabricante de juguetes danés Lego.
American Industries está desarrollando actualmente una línea de 12 kilómetros con un costo de 12 millones de dólares. Gallo dijo que esas inversiones significan que han triplicado los costos de energía para los clientes en los últimos años, complicados por los largos procesos de permisos.
El tema subraya las complicaciones en el intento del presidente Andrés Manuel López Obrador por concentrar el poder en la empresa estatal de servicios públicos de energía, CFE, que según detractores no está apta para aprovechar la oportunidad de crecimiento de México.
Si bien la asistencia del sector privado puede ayudar a reforzar la seguridad en energía de México en el corto plazo, se necesita mucho más para adaptarse a la nueva demanda, dijo David Gantz, miembro del Baker Institute sobre comercio entre Estados Unidos y México.
El estado que se contrae
La política de México sobre la red eléctrica contrasta con otros países que tienden a incentivar a contratistas privados de energía o tienen empresas estatales de servicios públicos con amplios recursos.
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El año pasado, la inversión para CFE cayó a 35 mil 300 millones de pesos, o el 0.15% del PIB, una fracción de la inversión prevista de 0.9% del PIB de China en su red , según un análisis de Reuters.
Igualmente, CFE construyó poco menos de 150 kilómetros de líneas de transmisión el año pasado, más de 10 veces menos por cada 100 mil km cuadrado que en Brasil, donde Electrobras dijo que agregó 8 mil 679 km a la red.
El gobierno de López Obrador ha presionado para reforzar el control estatal sobre el sector de energía, con el argumento de que las administraciones anteriores manipularon el mercado en favor de empresas privadas.
No obstante, con miles de millones de dólares destinados a la petrolera estatal Pemex, fuertemente endeudada, los observadores de la industria dicen que México carece de los fondos para apoyar proyectos grandes de su red eléctrica.
Ramses Pech, director ejecutivo de la consultora energética Group Caraiva, estimó que el 80% de la infraestructura construida en áreas industriales ahora está financiada de forma privada.
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Pero hay esperanza para la nueva ola de 47 parques industriales que se prevén. La Secretaría de Energía dijo que planea construir alrededor de 3 mil km de líneas de transmisión en 2024, así como nuevas subestaciones, particularmente en el norte del país.
Pagar las cuentas
Algunos argumentan que es correcto que el sector privado pague sus propias facturas, especialmente dado el impuesto a las empresas relativamente bajo de México y la saludable rentabilidad de la inversión en los parques.
Hans Joachim Kohlsdorf, un ejecutivo de electricidad para empresas en México, dice que los propietarios de los parques a menudo no piensan estratégicamente al establecer centros de fabricación remotos y entiende por qué el gobierno se muestra reticente a pagar.
“Primero hay que hacer, es una planeación correcta”, sostuvo, “Estamos en un ‘Catch 22’, donde el uno quiere todo sin poner nada y el otro quiere lo mismo, justo al revés”, afirmó.
Sin embargo, críticos dicen que la presión de México por el control estatal sobre la distribución de energía y, al mismo tiempo, la falta de inversión, representan un autosabotaje.