Por Cecilia Reynoso
En diversas regiones de México, los grupos delincuenciales ya tienen el control de prácticamente toda la actividad productiva y comercial. Un ejemplo es la Tierra Caliente de Michoacán.
Además de sembrar el terror entre la ciudadanía con secuestros, robos, extorsiones, desapariciones y asesinatos, los grupos criminales en la Tierra Caliente determinan cuánto y cuándo se produce, cómo y dónde se distribuyen las mercancías, y a quién y a qué precio se venden.
En los últimos dos años este control se ha extendido a prácticamente toda la producción agropecuaria, de abarrotes y hasta de venta de gasolina. Esto sucede con el conocimiento de autoridades municipales, estatales y federales que desde hace más de una década son testigos de estos hechos.
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